jueves, 7 de abril de 2011

La ignorancia contiene mucha sabiduría

Una persona a la que le interesa poco el fútbol tiene más posibilidades de acertar en una quiniela que Luis Aragonés o Bernd Schuster. Según el profesor Gerd Gigerenzer, director del Instituto Max Planck de Berlín, la ignorancia y la intuición pueden ofrecer mejores resultados en entornos complejos, como los mercados financieros, que toda la sabiduría de los mejores expertos. "Los principios intuitivos simples tienen una mayor probabilidad de conseguir ganancias que los métodos complejos", afirma en una entrevista con Público.


Desde el año 2000, Gigerenzer y sus colegas han construido carteras de acciones escogidas por personas de la calle, sin ningún conocimiento especial de los mercados financieros. Sistemáticamente, estas carteras consiguen mejores resultados que las construidas por expertos e inversores profesionales. La elección de los profanos se basa en el principio del reconocimiento: la gente escoge las compañías que conoce, los nombres que le suenan de algo, porque supone que, si son conocidos, deben ser mejores. "Las carteras construidas por mujeres ganaban más dinero que las de los hombres. Es porque ellas sabían menos de finanzas y economía", añade Gigerenzer.
Según este principio, saber poco puede ser una ventaja, pero hace falta tener un mínimo de conocimiento. "La ignorancia total es inútil. Si no conoces nada, no tienes capacidad de identificar nombres. Pero, si conoces demasiados nombres, tampoco puedes aplicar la técnica del reconocimiento", explica Gigerenzer.
Muchos expertos financieros se han llevado las manos a la cabeza al escuchar estas teorías. Pero, al menos un gran banco alemán estudia ya lanzar al mercado productos de inversión que utilicen como estrategia las técnicas de selección simples identificadas por los investigadores del Instituto Max Planck.

"No hay ninguna evidencia de que los asesores y expertos financieros puedan predecir el comportamiento de los mercados mejor que un ciudadano promedio. Algunos estudios incluso indican que los expertos lo hacen peor. En unas investigaciones realizadas en Suecia se encontró que la gente de la calle acertaba qué acciones iban a subir o bajar en el 50% de los casos, estaban en el nivel del azar. Sin embargo, los expertos sólo acertaban en un 40%. Este estudio se replicó y los resultados volvieron a ser idénticos", señala Gigerenzer.

El instinto puede ser un buen consejero, pero no siempre. Gigerenzer recomienda confiar en él cuando se trate de tomar decisiones en ambientes complejos y difíciles de predecir. "Si un problema es muy difícil de prever, como los movimientos de la bolsa, es necesario desechar información y concentrarse sólo en uno o dos aspectos centrales", afirma. De acuerdo con esta visión, el instinto de un individuo puede funcionar mejor que el programa informático más sofisticado. "Si compras el ordenador más rápido y caro del mundo y lo alimentas con toda la información disponible para intentar predecir el comportamiento de la bolsa, estás condenado al fracaso. Y si la gente asegura que puede hacer esto, no hay que creerles", asegura.

"Como consejo, no escuches ningún consejo. Hay que seguir principios intuitivos como el de la distribución equitativa de los activos (colocar la misma cantidad de dinero en cada tipo de activo en el que se invierte). Es la manera más sencilla de diversificar y también la más efectiva. El propio Harry Markowitz, que ganó el Premio Nobel de Economía por su compleja teoría sobre la distribución óptima de los activos, aplicó este otro principio más simple al invertir para su jubilación", afirma Gigerenzer.

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